Bien cerca de Covilhã se encuentra Fundão. Ambas ciudades cuentan con renombre y prestigio, por su carácter emprendedor y otra serie de elementos que las hacen únicas.
Si la primera se destaca por encontrarse en una ladera y sus calles empinadas, es Fundão más llana y parece más nueva porque se me antoja que tiene un pasado menos relevante que el de Covilhã. Esta conclusión la saco al comparar los cementerios de ambas localidades. También me ha parecido que en la ciudad de las cuestas hay más esquelas que en más llana. Y por destacar algo peculiar, me ha parecido ver que en Fundão las personas que fallecen no alcanzan el título de Excelentísimas Señoras, como sí sucede e Covilhã.
Fundão quiere ostentar el título de ciudad de las cerezas pues parece ser que ha desistido de ser la capital de las tiendas de ropa, aunque aun hoy se pueden ver elegantes prendas de vestir en los escaparates que llaman la atención de todo el que pasee por las anchas calles de esta ciudad.
Los contrastes portugueses se hacen evidentes en la capital de la cereza lusa. Hay edificios antiguos, también los hay viejos, y hay otros inmuebles que también sorprenden por sus grandiosidad en sus enrevesadas formas y diseños arquitectónicos. Esta variedad, elegancia y creatividad no pasa desapercibida para quien se deja caer por esta bella urbe lusa.
Se nota que la industria, el comercio o la actividad que en estos lares sobrevive, produce activos para los organismos de gobierno municipal. No hay más que ver las grandiosas obras públicas que en estos lugares se pueden contemplar. Entre ellas las bien gestionadas bibliotecas, ejemplares en su funcionamiento, mantenimiento y servicio al pueblo. Desde luego que el fomento de la cultura pienso que no puede considerarse un derroche, más bien una inversión en la evolución de la humanidad.